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La pregunta la hace un alumno que me ve con un ejemplar del último libro de María Acaso, rEDUvolution, que estoy leyendo. «¿De qué va?» «De cómo cambiar la manera de trabajar en clase, para que disfrutemos más, yo enseñando y tú aprendiendo». Gesto de extrañeza, cara de incredulidad, no sé si porque le sorprende mi afición a la lectura, o porque leo cosas como ésta. Lee el resto de esta entrada »

Gorka nunca fue mi maestro, ni pretendió enseñarme nada; sin embargo, con él aprendí a amar la cultura de su pueblo, me interesé por su idioma, y consiguió que no me importara convertir las calles de Sevilla en improvisadas aulas de Euskera, y transformar las tardes de asueto y paseo por la ciudad en deseado horario lectivo. Lee el resto de esta entrada »

La viñeta de «El Roto» en El País me reafirma en una de mis certezas sobre la educación: no enseñamos lo que más se necesita aprender, conocimiento. Lee el resto de esta entrada »

¿Debemos utilizar los profesores redes sociales como Facebook o Twitter para llegar hasta nuestros alumnos? Esta es la pregunta que se plantea el Calgary Herald en un artículo que podéis leer en este enlace en su versión original. Lee el resto de esta entrada »

Lleva muchos años en la docencia, quienes le conocemos sabemos de su compromiso con el alumnado y la enseñanza, uno de esos profesionales cómodos para los equipos directivos y solidario con los compañeros, siempre dispuesto a aceptar lo que le toque, ajeno a intrigas, mangoneos y politiquilla de sala de profesores, pendiente únicamente de cumplir con su trabajo lo mejor que sabe y puede. Lee el resto de esta entrada »

Les invito a leer un texto de Francesc Carreras, catedrático de Derecho Constitucional de la UAB, que publicó La Vanguardia hace ahora dos años. Es uno de esos escritos críticos con el sistema educativo que últimamente firman destacados intelectuales, periodistas, aspirantes a escritor famoso, y algún que otro académico especialista en la redacción de «best sellers». Lee el resto de esta entrada »

Un nuevo trimestre llama a la puerta de escuelas e institutos; tras el paréntesis navideño, profesores, alumnos y padres volveremos a vernos las caras, a convivir, temer, confiar, criticar, proponer, discutir, apoyar…

Hace sólo unos días evaluamos a los alumnos y reunimos a sus familias para darles a conocer los resultados; los claustros, por otra parte, conocieron los índices de aprobados y suspensos en el primer trimestre, y analizaron las causas por las que unos y otros se habían producido.

Aparentemente, todo un proceso de reflexión ordenado y bien planificado que debería tranquilizar a quien pone la nota, a quien la recibe y a quien, por extensión, se alegra o padece con ella. Un proceso que debería concretarse en la adopción de las medidas necesarias para mejorar los resultados en una próxima evaluación, la que ahora iniciamos.

Después de muchos años en la enseñanza, y habiendo trabajado en varios centros educativos, mantengo mis dudas  respecto a la utilidad de estas sesiones de evaluación, y de la interpretación que unos y otros hacemos de los informes que emiten. ¿Evalúo lo que de verdad quiero evaluar?, ¿evalúo lo que es  necesario evaluar?, ¿utilizo los instrumentos adecuados para evaluar lo que digo que evalúo?, ¿he enseñado lo que correspondía, y cómo correspondía, de manera que la evaluación que realizo es significativa?, ¿es necesaria la evaluación que he practicado para comprobar el aprendizaje de mis alumnos, y su utilidad para hacerlos más hábiles en su lucha por la vida ?, ¿me autoevalúo?

He leído un interesante artículo de Miguel Ángel Santos que no contribuye a despejar mis dudas, sino que las acrecienta, y me invita a reflexionar, una vez más, sobre mi labor como docente.

A este respecto, os animo a que veáis este video sobre la visión que parecen tener los estudiantes de hoy en día.

Muchos puristas de la enseñanza, conservadores de las más rancias costumbres de la profesión docente, se molestan cuando se les habla de pedagogía, una disciplina que consideran menor, y de poca utilidad para el ejercicio de su actividad.

La pedagogía, sin embargo, nos propone debatir sobre cuestiones tan interesantes como las distintas maneras de ejercer la enseñanza, en función del modelo de aprendizaje que exijamos a nuestros alumnos. 

Hay profesores que buscan que sus alumnos conozcan todas las respuestas correctas que sean capaces de almacenar en su cabeza sobre diversas disciplinas. El objetivo prioritario de otros es que adquieran la mayor cantidad posible de conocimientos relativos a cada una de las materias de estudio. Los hay que persiguen que sus alumnos contruyan aprendizajes significativos, relacionados con los conocimientos que ya poseen.

La elección de uno u otro modelo de aprendizaje marcará la manera en que enseñemos. En el primer caso, hablamos de conductismo, el alumno se transforma en una especie de recipiente en el que almacenar información, y la clave del proceso está en estimularle a base de refuerzos, hasta conseguir la respuesta deseada. No hay calidad en este aprendizaje, en el que el protagonista principal es el profesor; y las respuestas, que se conocen, pero muchas veces no se entienden, terminan por olvidarse.

En el segundo caso, hablamos de cognitivismo, el alumno adquiere los conocimientos que le transmite el profesor y trata de memorizarlos, para aprobar una asignatura. Es un aprendizaje en el que prima la cantidad sobre la calidad de lo aprendido.

En el tercer supuesto, nos referimos al constructivismo, modelo de aprendizaje en el que el alumno sí es protagonista del proceso, que deja de ser una reproducción mecánica del trabajo de instrucción del profesor, y pasa a ser significativo para el propio alumno. Se aprende pensando, relacionando unos conocimientos con los adquiridos previamente; en definitiva, se aprende a aprender.

Decía Ausubel que «de todos los factores que influyen en el aprendizaje, el más importante consiste en lo que el alumno ya sabe; averígüese esto y actúese en consecuencia».

¿Deberían los profesores estudiar pedagogía?, ¿Debería la pedagogía estar más presente en los centros educativos?

He ido a ver «la ola», película de Dennis Gansel que recrea un hecho protagonizado en 1967 por el profesor Ron Jones y sus alumnos en una escuela de Palo Alto, California. Cinematográficamente está lejos de ser una obra maestra, pero tiene un significado enorme para quienes nos dedicamos a la enseñanza.
Resulta inquietante comprobar hasta qué punto puede influir un profesor en sus alumnos, mucho más si se lo propone, pero también cuando no es consciente de ello.
¿Nunca habéis estado tentados de utilizar la clase como un espacio de autoafirmación, de superación de frustraciones propias, como un ejercicio de mejora de vuestra autoestima, más que como una propuesta educativa en la que vuestros alumnos son el centro, el objetivo único y principal, aquello por y para lo que trabajais?

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Decía Luiz de Oliveira que «a veces el profesor debe callar para que el alumno aprenda», pero no siempre resulta fácil; en ocasiones, es mucho más gratificante atribuirse el papel protagonista en un proceso en el que los actores principales son los alumnos, no nosotros.

Parece que Camps, el presidente de la Comunidad Valenciana, ha autorizado a Font de Mora, el conseller de educación, a estudiar una moratoria en la aplicación de la orden sobre Educación para la Ciudadanía, esa asignatura que pretenden que se imparta con dos profesores en el aula, aunque sólo uno de ellos puede dirigirse a los alumnos, en un idioma que no entienden. No es lo que pedimos, pero por algo se empieza.

Comparto aula con un compañero al que aprecio, un profesor veterano, un buen profesor que no puede estar callado y se empeña en explicar cuando el alumno pregunta porque no entiende, aunque debería hablar yo. Después de toda una vida dedicado a la enseñanza, a punto de jubilarse, quién va a quitarle la voz.

Esta  crisis que sufrimos es profunda, no afecta sólo a los bancos, es también de educación.

Al consejero de educación, Sr. Font de Mora, y al presidente de la Generalitat Valenciana, Sr. Camps, se les podría aplicar el dicho «no hay peor sordo que el que no quiere oir», algo que no debería sorprendernos tratándose del PP. ¿No recuerdan las protestas contra la guerra de Irak?

No puede entenderse de otro modo el empeño en dar la espalda a la inmensa mayoría de la comunidad educativa, que sólo reclama a sus gobernantes un poquito de sentido común, para acabar de una vez con la esperpéntica situación de la Educación para la Ciudadanía en los institutos de la Comunidad Valenciana.

Ayer mismo en las Cortes, el presidente se dedicó a loar las virtudes que tiene como persona y político su consejero de educación, al tiempo que hacía caso omiso de datos objetivos y demoledores: 99% de suspensos en un examen a alumnos de 2º de ESO en tres institutos Alicantinos, movilización general de alumnos, padres y profesores contra la orden de Educación para la Ciudadanía, protestas, encierros, previsión de huelga general en la enseñanza y, lo que es más curioso y significativo, insumisión general del profesorado a la hora de impartir la asignatura, y de los inspectores de educación, a los que se pretende utilizar para apoyar las consignas de un partido político.

Defender una orden sin sentido, y claramente ineficaz e incumplida, haciendo un panegírico de las virtudes personales del consejero que ha tenido la ocurrencia de aplicarla, no parece razonable, y no engaña a quienes vamos un poco más allá de la hueca palabrería a la que nos tiene acostumbrados el presidente. Puede que Font de Mora sea una gran persona, honrado, honesto, trabajador, buen padre de familia, temeroso de dios y … ¡la leche!, pero también demuestra ser un absoluto inepto, e incapaz de gestionar con rigor la educación en la Comunidad Valenciana, por eso se le paga, por eso se le critica, y por eso haría bien en cesarlo, antes de que sea irreparable el destrozo que ocasione.


Me apasiona la pedagogía, actividad a la que me he dedicado profesionalmente.
También me gusta opinar y debatir sobre temas de política y actualidad.
De estos dos intereses, y del deseo de no mezclarlos, aunque estén íntimamente relacionados, nacen estos blogs que te invito a descubrir, y en los que te animo a participar con tus comentarios.

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