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Mi hijo lleva casi un mes durmiendo en la facultad, protesta junto a otros muchos estudiantes universitarios y no universitarios de todo el estado por la próxima aplicación del Plan Bolonia, la entrada en vigor del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES).

Me preocupa que, ocupado en estas acciones de protesta, pierda el curso; y también me preocupa que, como a veces ocurre en situaciones similares, algunos exaltados aprovechen la coyuntura y acaben metidos en algún lío. Se lo digo a él, y me tacha de conservador, como al resto de profesores que, estando implicados, no nos mojamos y les apoyamos. Le digo en broma que es un radical y se enfada, pero espero que no sea muy en serio porque me siento orgulloso de cómo es y de lo que hace.

De mis charlas con él, y con algunos colegas que saben más que yo del tema, surgen estas inquietantes preguntas, para las que no tengo respuesta:

¿Será verdad que pretende eliminarse el gusto por el saber, cambiar la adquisición de conocimiento como un valor en sí mismo por el entrenamiento para el trabajo en la empresa?

¿Será cierto que caminamos hacia la privatización de la universidad, que debería ser pública y de calidad, de manera que muchos podrán acceder a estudios mínimos y pocos a los necesarios?

 ¿Desaparecerán estudios que, al no resultar rentables por falta de demanda en el mercado y firmas que los patrocinen, dejarán de ser ofertados por las universidades?

¿Caminamos hacia una universidad clasista, favorecedora de la división social en función de la economía de los estudiantes y sus familias?

¿No estará Europa renunciando a una historia brillante de saber y universidad para abrazar modelos neo liberales de mercantilización del conocimiento?  

No es bueno que una reforma tan profunda se adopte sin que hayan tenido ocasión de debatirla los afectados: rectores, profesores, alumnos, y sociedad en general. Sé que el presidente del gobierno opina igual, os dejo un video para que lo comprobéis, por eso confío en que atenderá esta protesta de los estudiantes y les concederá una oportunidad para explicarle por qué la realizan.

Mientras tanto,… ¡Ánimo, Pablo! Ese espíritu de compromiso, crítico y solidario que demuestras, y esa manera respetuosa, pacífica y democrática de ejercer tu reivindicación merecen todo mi apoyo.