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¿Por qué no intentarlo?

Posted on: 6 May 2010

He escuchado en la radio al doctor Joan Pere Barret, jefe del servicio de cirugía plástica y quemados del hospital Vall d’Hebron, de Barcelona, que ha realizado una operación de trasplante de cara de una dificultad técnica extraordinaria, sustituyendo más del 75% del rostro del paciente.

De cuanto ha dicho en la entrevista, dos reflexiones me han llamado especialmente la atención; la primera, que resultaría imposible una intervención semejante sin la colaboración de un equipo bien preparado y coordinado, en este caso, de más de treinta personas. La segunda, la motivación que supone para su trabajo el hecho de enfrentar nuevos retos cada día, actuaciones que pretenden ir  más allá de lo ensayado y conocido hasta el momento.

Asegura que le resulta de gran ayuda el no haber perdido nunca ese punto de ingenuidad que caracteriza la niñez, esa manera inocente de pensar que todo cuanto imaginamos, por muy insólito que parezca, puede hacerse realidad. Según él, ante un desafío de este tipo, la clave está en preguntarse: ¿Por qué no intentarlo?

Mientras le escuchaba, trasladaba sus reflexiones al ámbito educativo e, inevitablemente, surgieron las comparaciones.  Imagino institutos y escuelas como espacios en los que…

– Personas necesitadas de ayuda encuentran profesionales especializados dispuestos a prestársela.

– Se evalúa, diagnostica y, una vez conocido el problema, se ofrece el tratamiento adecuado a cada cual.

– Todo el mundo encuentra su sitio, y no se rechaza ni abandona a nadie por sentirse más grave de lo que alguien considera que resulta admisible.

– Existe un servicio de urgencia ágil y bien dotado, que atiende los casos que  no admiten demora.

– Los profesionales que intervienen han recibido una preparación científica y técnica adecuada que les permite responder con garantías de éxito a las dificultades que encuentran en su trabajo.

– Nadie escurre el bulto. Los más preparados y experimentados asumen voluntariamente los casos más complicados, o de mayor responsabilidad, y de ellos aprenden los recién ingresados.

– Se trabaja en equipo, porque se considera que el éxito de uno beneficia a todos, y todos compartimos los problemas de uno.

Se investiga, se innova, se buscan nuevas vías de abordar las dolencias, y nadie se conforma con repetir siempre lo que aprendió un día, o resultó bien un año.

Los equipos se forman de manera continua, desarrollan proyectos, comparten ideas, debaten, se cuestionan la práctica diaria, los métodos, las formas.

Se intenta ser feliz desarrollando el trabajo que uno mismo ha elegido, porque quiere, le gusta, y sabe que su esfuerzo hace felices a otros.

… ¿Saben de qué les hablo? ¿Habría que intentarlo?

8 respuestas to "¿Por qué no intentarlo?"

Tus artículos son para mí como un regalo. Este lo fotocopio y empapelo con él mi departamento de inglés y mi instituto. Llevan años y años con los resultados más bajos de Madrid y nada, absolutamente nada cambia de un curso para otro.

Mientras que espero mordiéndome las uñas a que salga mañana la lista definitiva de traslados me pregunto si mi instituto nuevo se parecerá algo a lo que tú describes. ¿Y si no se parece? ¿Cuánta gente se necesita para empezar a construirlo?

Gracias. Espero que tu nuevo instituto se parezca a ése que imaginas. Si no fuera así, pon tu primera piedra y constrúyelo de nuevo; aunque aún no lo sepas, seguro que allí hay gente que ya te está esperando. ¡Suerte!

Sin duda que siempre hay gente con la que empezar a construir. Pequeños cambios y pequeñas celebraciones de esos cambios generan nuevos espacios en los que mirar hacia adelante es muy motivador.

Accidentalmente he tenido que pasar estos 3 últimos años por 3 institutos diferentes y me ha resultado una gran escuela. Pasé los primeros 7 cursos sin moverme y mi mundo era demasiado pequeño. Me he dado cuenta de lo valiosísima que es la experiencia de la gente no «definitiva» (en todos los sentidos). Y es cierto que los primeros cursos de la ESO terminan en manos de gente con menos experiencia pero en muchos casos con una voluntad y una disposición arrolladoras.

Es posible que también se encuentren aspectos positivos en la provisionalidad por la que a veces pasamos, pero no parece lo más conveniente cuando se pretende desarrollar proyectos a medio plazo y crear equipos de trabajo que los hagan posible. Por otro lado, ser definitivo en un centro en el que no te encuentras a gusto, por los motivos que sea, también puede resultar una tortura.
Cuando hablo de casos «difíciles» no me refiero sólo a los primeros cursos de ESO, sino a esos grupos complicados de los que todos los definitivos huyen, sea del nivel que sea, y dejan en manos de quien venga: provisionales, interinos, comisiones de servicio, etc. Bien es cierto que, a veces, esto es una bendición para el alumnado, pero en la mayoría de los casos, estos compañeros y compañeras, aun siendo excelentes profesionales y mostrando una disposición absoluta para el trabajo, se ven obligados a ejercerlo en condiciones muy difíciles (desconocimiento de las dinámicas de centro, proyectos, equipos, recuros…), y sin garantía de continuidad, lo que les lleva a plantearse un trabajo para salir del paso, más que para alcanzar objetivos que precisan de más tiempo y colaboración del equipo docente. Pero, por lo que cuentas, es posible que tú misma te hayas visto en estos tres últimos años en circunstancias como éstas, a menos que hayas tenido la suerte de caer en institutos que creen de verdad que todos somos parte de un proyecto y nadie trabaja solo ni para sí mismo, sino en equipo y para el alumnado.

En estos tres últimos años he «disfrutado» de 3 comisiones de servicios para poder escapar de los 21 km que me separaban de mi plaza definitiva (Hace ya 20 años que aprobé la oposición). En Madrid, si tienes una plaza definitiva, puedes pedir una comisión en un centro de difícil desempeño para que éstos centros puedan contar con profesorado dispuesto a permanecer en él. El problema es que si la vacante se cubre te tienes que ir lo cual me sucedió.

Cosas que he aprendido:

Cuando el porcentaje de fracaso supera el 50% con creces es necesario tomar medidas, cambiar cosas. Eso no siempre sucede. La culpa de todo no puede recaer única y exclusivamente en el alumado. A esa edad, en el 1er ciclo de la ESO, se puede ser culpable de muy pocas cosas.

Hay profesorxs que tienen claro que ellxs hicieron oposiciones a bachillerato y la ESO no la eligieron. No se sienten cómodxs. Lxs que llegaron un poco más tarde necesitarán años y años hasta que consigan su plaza definitiva. Para entonces parecen haber agotado la mayor parte de su ilusión.

Con 12 profesorxs más los de desdoble, compensatoria, diversificación, etc., es imposible coordinar nada en estos centros en los que el alumnado tiene dificultades especiales. Se impone que estudiemos la idea de trabajar por ámbitos y prescindir de ciertxs especialistas (no de las asignaturas). Sería conveniente contar con la disposición voluntaria por parte del profesorado. A cambio se podrían tener en cuenta ventajas como horarios de guardias, etc.. Esta coordinación no puede darse en un departamento. Si la coordinación no es horizontal, de cada equipo pedagógico, no tiene ningún sentido. La coordinación por departamento debería ser mínima y destinada únicamente a mantener criterios similares de programación y evaluación. Por cierto ¿se hace?

Los centros que agrupan optativas como por ejemplo el francés en 1º y 2º de la ESO generan otros grupos en los que la comunicación es muy difícil. Esos mismos cursos de nivel alto crean ambientes tan competitivos que no favorecen a un alto porcentaje de alumnado. Los grupos necesitan mayor hetereogeneidad donde los modelos de referencia positiva sean algo real.

La carrera docente tiene que ofrecer la formación necesaria para atender a chicos y chicas de hoy en día. Así mismo los exámenes de opocisión tienen que valorar habilidades más allá de la capacidad de memorizar un extensísimo temario.

La función de la tutoría en el primer ciclo de la ESO es extraordinariamente importante. No reivindico que sea remunerada pero sí estaría bien contar con más tiempo para poder atenderla adecuadamente. Un grupo en el que se genera un ambiente cohesionado favorece la convivencia y el aprendizaje de cualquier tipo de alumnado.

Lo dejo aquí. Ya me perdonarás, Juan Pedro, por haber hecho esta reflexión tan poco pausada. Son demasiadas cosas, demasiados temas, demasiados tópicos para un pequeño comentario. Ando de balance y mientras espero noticias se me ocurre «pensar» cosas extrañas.

No tiene nada de extraño lo que planteas, suscribo cada una de tus propuestas y reflexiones. El artículo de hoy intenta, precisamente, alertar contra esa especie de fatalismo y dramático conservadurismo en el que muchos centros parecen haberse instalado. Cuando las cosas no funcionan como deberían es inútil repetir esquemas curso tras curso; analicemos las causas, propongamos soluciones, y tengamos el coraje de cambiar lo que no sirve, aunque ello exija poner patas arriba esa especie de estatus docente que creemos disfrutar y que parece otorgarnos el derecho a pensar que la culpa de todo es sólo de los otros: administración, familias, alumnado. Hay que mojarse.

Salieron las listas. Vi mi nombre. A partir del curso próximo vuelvo a un centro con intención de permanecer. Soy afortunada.

Sigo dándole vueltas a las dificultades que tenemos en los centros para hacer equipos, para intercambiar opiniones, para encontrar afinidades y refuerzos en otros compañerxs. Conozco a la gente si hacemos juntxs una guardia de recreo, si tenemos el mismo camino al metro o si coincidimos en una excursión. El resto del tiempo nos cruzamos por el pasillo, nos saludamos cortésmente y poco más.

Cuando me reuno con el resto de tutorxs de primero de ESO aprovecho para comentar cosas que me ocurren en sus clases y me viene estupendamente poder charlar un poquito de cosas que me preocupan. Y eso que en algunos centros no hay reuniones semanales de tutorxs.

Entonces ¿de dónde han de salir los equipos en los que programar, evaluar y celebar nuestro trabajo? ¿Cómo va a suceder ese innovar e investigar que tú planteas si nos encontramos tan pocas veces?

En los coles de primaria con línea dos el claustro es pequeñito. Los IES línea 8 como el mío actual son un ir y venir de gente imposible de conocer. Para que la oferta de bachillerato sea rica necesitamos muchos primeros de ESO. Con el nivel de abandono que se está dando necesitaremos crear IES línea xxxx.

Hay algunas posibilidades que en estos años de itinerancia me han encantado. Por ejemplo los procesos de formación dentro del centro, las páginas web colectivas, las salidas al teatro regulares, los proyectos de intercambio, las máquinas de café con galletitas en la sala de profs … Cuidar el ambiente y facilitar la comunicación entre el profesorado debería ser un objetivo fundamental en todo equipo directivo que se precie.

Veo que tengo doble personalidad. Elpionet es mi blog de aula ( http://www.elpionet.wordpress.com ) y yo soy la otra, yola jb, de EducaRueca.org.

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