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La escuela como frontera

Posted on: 21 septiembre 2009

La enciclopedia Álvarez, intuitiva, sintética y práctica, como la definía su autor, fue el texto educativo único con el que toda una generación de niños de la dictadura aprendimos a creer en Dios, a amar a España, y a conocer una curiosa versión de su historia, repleta de lagunas que cada cual hemos intentado rellenar por nuestra cuenta.

El libro de tercer grado de la edición de 1965, en el que la Geometría, la Aritmética, o la Lengua se mezclaban con la Historia Sagrada, los Evangelios, o la Formación Político-Social, estaba lleno de referencias a la autoridad, la familia, y demás valores asociados a la  moral dominante. La dictadura Franquista se sirvió de la escuela, en lugar de ponerla al servicio del pueblo. La utilizó de manera obscena, vergonzosa, para  dar cobertura a sus tesis golpistas, justificar la necesidad de la sublebación militar, propagar su ideario político-religioso, y apuntalar el régimen.

Leyendo estos días la prensa, y escuchando algunas insistentes propuestas de la derecha, percibo un extraño tufillo. Se repiten con demasiada insistencia, y en términos casi olvidados, las consignas de aquella vieja enciclopedia: autoridad, familia, respeto, educación moral, que no de la ciudadanía, etc.; conceptos que no cuestiono, pero que me producen terror cuando se les viste con el manto integrista de ideologías poco democráticas.   

Después de unos años de cambio, en los que la libertad y las ansias de transformación social inundaron las aulas, la escuela vuelve a sufrir las presiones de los nostálgicos de la enciclopedia. Se reclama de nuevo la autoridad que emana de Dios y ejercen, por delegación del poder terrenal, sus elegidos. 

No todos cantaron el cara al sol ese día

No todos cantaron el cara al sol ese día

Se cuestionan, por sospechosos, valores tan importantes como respeto, justicia, democracia, igualdad, solidaridad, o participación, conceptos que no se aprenden rellenando fichas, ni escribiendo en un cuaderno, sino a través de su  práctica en los centros educativos. Y se pone en duda la eficacia metodológica de quienes queremos que el alumno sea el auténtico protagonista de su proceso de aprendizaje, a cuyo servicio está el profesor.

El asalto ideológico a la escuela ha comenzado, y se recrudece en vísperas de lo que parece que será el primer intento serio de acuerdo gobierno-oposición sobre educación.

Los docentes no deberíamos permanecer ajenos a esta lucha, y defender aquello por lo que nos pagan: el derecho de nuestros alumnos a formarse en libertad, sin dogmatismos, y en condiciones de igualdad. La escuela ha de ser la frontera que no deben atravesar quienes no creen en la educación para todos, y se sirven de ella para perpetuar desigualdades y discriminación.

2 respuestas to "La escuela como frontera"

No sé la edad de este sujeto (que se nomina con dos nombres y un apellido), ni si tuvo la gran suerte de experimentar la enseñanza de aquellos benditos años 50 y 60. Lo que si sé, es que éste tal «Juan Pedro Serrano» es un resentido que trata de adulterar la verdad con sus ideas «progres», cuando de progreso no tienen mas que la maldad que rezuman. La guerra que provocaron los de tu «cuerda» ya la perdisteis hace años y ahora no la vais a ganar. Estudia y entérate de la verdad, que aún estás muy verde para opinar sobre estos temas. He dicho.

Tampoco yo sé tu edad, Miguel, pero el hecho de que te refieras a aquellos años 50 y 60 como «benditos», me plantea dos opciones:
1. Eres más o menos de mi «quinta», y viviste en la España cómoda, feliz, relativamente opulenta, y desinformada, que nada sabía del sufrimiento, la miseria y la represión que padecía la otra España que yo conocí.
2. Eres bastante más joven que yo y sólo conoces de aquella época lo que te ha contado una parte de quienes la vivieron, que es sólo la mitad de la verdad, cuando no una absoluta mentira.
No me puedo creer que a estas alturas me vengas con lo de la guerra, vencedores, vencidos, los míos, los tuyos… Y dices que rezumo maldad. ¿Qué crees que rezumas tú con ese discurso rancio, cavernícola, y revanchista? ¿Odio, tal vez?
Te aseguro que algo he leído; no sé si más o menos que tú, pero seguro que en libros distintos. En mis libros, aparte de explicar una historia ligeramente distinta a la que parece que te han enseñado a ti, se habla siempre de respeto, incluso a las opiniones de quienes piensan diferente, como es tu caso, y no por una cuestión de «progresía», sino de educación.
En todo caso, más que intentar ganar una guerra, que a tenor de lo que escribes parece que sigue siendo tu objetivo, por lo que sí trabajo es por enseñar a la gente a vivir en paz, y por preservar la paz, a pesar incluso de quienes insisten en una lucha que debería estar ya superada, y se divierten agrediendo a sus supuestos «enemigos», aunque sólo sea verbalmente.
Madura, amigo Miguel, madura.

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