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Educación y eugenesia social

Posted on: 28 junio 2010

Asistimos hoy, con más virulencia que en cualquier otra época histórica, a un proceso  de  selección social del individuo cuyo  aliado más valioso es el sistema educativo.

Escuelas e institutos, lugares teóricamente destinados a la formación integral de las nuevas generaciones de ciudadanos, asumen sin complejo alguno el papel de facilitadores y protagonistas principales de este proceso de  eugenesia social. Multitud de programas, actuaciones, e itinerarios educativos, se encargan de catalogar, etiquetar, separar, y enviar al lugar que corresponde a cada alumno y alumna, intentando proteger de una posible e indeseable contaminación socio-académica a los mejor dotados, a aquéllos que más se ajustan al modelo dominante.

Aulas de pedagogía terapéutica, logopedas, profesorado de apoyo, educadores, psicólogos, ACI, ACIS, desdobles, compensatoria, repeticiones de curso, PROA, PASE, PAE, EXIT, ¿qué más da? Detectada la diferencia, la maquinaria pedagógico – administrativa se pone en marcha, se inicia el proceso de marginación y exclusión del débil. La sentencia está firmada

Quienes trabajamos en la enseñanza sabemos que son muy pocos los alumnos y alumnas con problemas que consiguen superar sus dificultades y alcanzar los objetivos de las distintas etapas educativas, a pesar de ser presuntamente diagnosticados a tiempo, y obstinadamente en contra de las muchas medidas de inoperante atención que se les ofrece.

En contra de lo que las leyes educativas dicen defender, el objetivo principal del sistema  no consiste en integrar, recuperar, apoyar, atender a la diversidad, y asegurar la igualdad de oportunidades,  sino en apuntalar el modelo de reproducción de las élites: sociales, económicas, intelectuales, culturales, académicas, etc., aprovechando el espejismo democrático en el que vivimos, que nos hace creer que disfrutamos del derecho a la educación porque se nos garantiza una plaza en un centro educativo.

En los próximos días, los equipos directivos de los institutos prepararán los grupos de alumnos para el nuevo curso. Realizados los «descartes» de programas específicos: PCPI, PDC…, ¿cuál será el criterio de adscripción del «alumnado difícil» a los grupos ordinarios?, ¿se actuará en función de lo que más convenga al tratamiento y recuperación de los inadaptados sociales y los académicamente no aptos, o mirando que no estorben la marcha de «los normales»?, ¿cómo se organizarán los desdobles?, ¿qué profesorado se hará cargo de cada uno de ellos?

La escuela pública, la de todos, la que instruye, educa, enseña, forma, compensa desigualdades, integra diferencias desde el respeto, y atiende con igual empeño al que se pasa y al que no llega, es una pura entelequia. Quienes la construimos desde dentro y decimos trabajar al servicio de esos nobles objetivos, unos farsantes al servicio de intereses bastardos que aceptamos complacidos.

7 respuestas to "Educación y eugenesia social"

Si tu artículo lo hubiera leído ayer lo podría haber incluído en mis «memorias». Es probable que no le hubiera interesado a mucha gente de mi departamento pero me habría encantado poder hacerlo.

He dedicado bastante tiempo del fin de semana a escribir sobre lo que hemos hecho este curso más algunas pequeñas propuestas de mejora. Pensaba que hoy nos dedicaríamos en el departamento a reflexionar sobre lo que había escrito cada persona. No ha sido posible. No forma parte de la rutina reflexionar en grupo sobre lo que hacemos. He vuelto a casa y he releído lo que yo había escrito. Me he dicho: -«Publícalo, igual te lo lee alguien». Y eso es lo que acabo de hacer: http://www.educarueca.org/spip.php?article930

Ya. Es mejor no hacer selección alguna para que promocione de curso o titule tanto el alumno que se esforzado, que ha estudiado, que ha trabajado en clase, que ha hecho los deberes todos los días, como el que no ha hecho nada de eso, ¿no? Mientras que los hijos de los «defensores» de esa igualdad de pacotilla van a colegios privados o concertados donde se les exige todo lo que no se les exige a los alumnos de los centros públicos. Muy bueno, sí señor. De esa forma no se están perpetuando las diferencias sociales, qué va, se están aumentando.
¿Pero cómo se puede estar tan ciego? ¿Los pedagogos os han enseñado, además de la fe inquebrantable en unos principios ñoños y falsos, a prescindir del sentido común?
Saludos

Excelente el título, lo dice todo, ¡no sabes cómo te entiendo! Yo estoy tan harta y tan decepcionada de todo (no de los alumnos y alumnas) que en las propuestas de mejora y cosas así de la memoria pongo directamente —————- por no poner no comment, paso de que se sigan riendo de mí año tras año.

Juan Pedro, has hecho una reflexión durísima para iniciar las vacaciones.
Todavía recuerdo las palabras de la profe de infantil de una de mis hijas que, al terminar la etapa, me dijo: casi podría asegurar cuales de estos niños no terminarán la E.S.O. Aquello me hizo pensar mucho en nuestra labor. ¿Tan poco, tan «nada» podemos hacer?
A pesar de ello, el próximo curso me haré cargo de un grupo de Diversificación Curricular. Algunos de los alumnos propuestos no querían ir al «grupo de los tontos». Al final, aceptaron: es la única forma de obtener el graduado. Mi tarea será intentar integrar a los «marcados», subirles la autoestima (experiencias anteriores me dicen que llegan con ella por los suelos) y, además, enseñarles un poco de lengua y de sociales. Todo un reto. Habrá que coger fuerzas todo el verano.

Yolanda y Montse, percibo en vuestros comentarios un sentimiento de frustración importante. También el mío puede interpretarse de igual manera, pero no es ésa mi intención. Lo que pretendo, a falta de una solución inmediata al problema que denuncio, es desahogarme, gritar, patalear, denunciar y esperar, como decía Lennon en «Imagine», que otros muchos compañeros y compañeras se unan a la causa.
Mal se va a poner la cosa, si la maquinaria antipedagógica-administrativa a la que me refiero consigue doblegar el ánimo de profesionales como vosotras. Mientras Montse no sucumba a la tentación de dejar en blanco los espacios para propuestas de mejora, y siempre que Yolanda se anime a colgar en su página y en el corcho del departamento la parte de memoria que otros no quieren leer, estaremos ganando espacio y quitando oportunidades a los defensores del pensamiento único, la rutina, el inmovilismo y el aburrimiento.

Amigo Juan, no se trata de decidir quiénes promocionan o no, sino de poner a prueba la voluntad que tenemos de conseguir que todos alcancen unos objetivos mínimos que les permitan promocionar o, al menos, de intentar que nadie abandone porque se le hace ser consciente de que nunca lo conseguirá.
En esos colegios privados a los que te refieres no se admiten alumnos que pongan en peligro sus estadísticas de éxito, y están en su derecho. Otra cosa son los concertados, a los que habría que obligar a aceptar su parte en el reparto de alumnado problemático, ya veríamos cómo su balance de resultados se ajustaba más al que se produce en la enseñanza pública.
No creo que deba tacharse de ñoños, o acusar de falta de sentido común, a quienes reclamamos justicia socio-educativa e igualdad de oportunidades para todos, los que pueden con su faena y los que tienen dificultades, y consideramos injusto un sistema que condena al fracaso a quienes no lo merecen (el fracaso de Secundaria se incuba en los primeros cursos de Primaria normalmente), y abandona a su suerte a quienes más ayuda reclaman.
Que repita quien tenga que repetir, y que pase quien tenga que pasar, pero que todos hayan recibido la atención que de verdad necesitan, y que nadie haya sido atendido «por caridad», o porque no tenemos más remedio que hacerle caso.

Tu ejemplo está muy bien traído, Mar, ¿cómo es posible que alguien pueda pronosticar el fracaso de un alumno en Infantil? Ésa es la cuestión, si se nos permitiera, derivaríamos al alumnado al itinerario que consideráramos adecuado para su capacidad en el primer curso de Primaria, y ahí terminarían sus opciones.
Podemos hacer mucho, pero no podemos hacerlo solos, ya sabes lo difícil que resulta llegar a acuerdos y coordinar actuaciones en Secundaria. Esa casi imposibilidad de programar en equipo, trabajar en equipo, y evaluar de verdad en equipo (no en grupo), hace que el esfuerzo extraordinario de una persona resulte baldío o, en el mejor de los casos, no suficientemente rentable.
Si el alumnado y sus familias tuvieran la impresión de cuando van a un aula de apoyo, o a un grupo de diversificación, no van al grupo de los tontos, sino al de alumnos y alumnas con problemas de aprendizaje, con un profesorado voluntario dispuesto a darlo todo para que ellos alcancen sus objetivos, la cosa sería diferente.
Te deseo suerte con el PDC, aunque creo que lo que más vas a necesitar es apoyo.

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