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Leo en un artículo de EL PAIS Comunidad Valenciana que no asistieron tantos padres como hubiera sido deseable a la manifestación ante el Palau de la Generalitat del pasado jueves, para protestar contra la orden de educación para la ciudadanía. No me extraña.

La colaboración profesorado – familia es una importante asignatura pendiente que se hace necesario y urgente aprobar, especialmente en los institutos. Muchos de los problemas que padres y profesores tenemos con nuestros hijos y alumnos, en casa y en las aulas, podrían prevenirse y resolverse si pusiéramos en práctica estrategias de colaboración mutua.

Los profesores acostumbramos a citar a los padres sólo cuando algo no va bien respecto a sus hijos, y éstos, que ya saben que es así, en muchas ocasiones no se molestan en acudir, ¿para qué?, si conocen de antemano qué les vamos a decir.

Por otra parte, si algún padre o madre decide voluntariamente implicarse en la vida de los centros algo más de lo que es habitual, pronto levanta sospechas, y aparecen barreras de todo tipo que impiden que este deseo de colaboración se concrete de manera positiva. Por tanto, colaboración si, pero sólo cuando la pidamos, en cuestiones que nosotros decidamos, y en los términos que autoricemos. ¡Qué error!

Profesorado y familia sabemos que nos necesitamos, y que cada día es más difícil y absurdo trabajar descoordinados si, como se nos supone, el objetivo que perseguimos es el mismo: la educación de nuestros hijos – alumnos.

Respecto al profesorado, encuentro una razón de peso para animarnos a facilitar esta colaboración y buscar cauces de participación de las familias en los centros: nuestra propia supervivencia en las aulas. Pero hay otras que también deberíamos considerar:

– Reforzarnos mútuamente, para combatir esa pérdida de autoridad de la que tanto nos quejamos.
– Contrastar nuestra visión diferente del hijo-alumno, para conseguir un conocimiento más completo del mismo y mejorar la eficacia de nuestras actuaciones educativas, ahora divergentes.
– Ofrecer al alumno un modelo coherente, y no contradictorio, de referencia personal.
– Incrementar las posibilidades de éxito de su proceso de enseñanza – aprendizaje.
– Mejorar nuestras competencias docentes, haciendo nuestro trabajo permeable a las influencias positivas que nos brindan otros colectivos con los que compartimos objetivos.

En un escenario como el que propongo, tal vez los padres sabrían qué reivindicamos, harían suya nuestra protesta, y estarían con nosotros a la hora de ejercerla.